Con el agua potable éramos felices y no lo sabíamos

El año 2010 cierra con un saldo de 900 millones de personas alrededor del mundo que sufren la carencia casi absoluta del agua potable y se estima que llegarán a 2500 millones en el año 2025. Aunque el problema es mundial, todo indica que serán los países no desarrollados quienes padecerán esta agonía, debido a su ascendente crecimiento poblacional (se estiman que nacen en esos territorios el 95% de las 80 millones de personas que cada año incrementan la población del planeta). Así mismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de UNICEF, señala que diariamente 24.000 niños mueren en los países latinoamericanos, caribeños y africanos por causas que se pueden prevenir como la diarrea, el cólera, infecciones parasitarias y virales, enfermedades como la malaria y la tuberculosis, todas estas, las cuales se sabe que ejercen una fuerte acción depresiva sobre el sistema inmunológico producto de las aguas contaminadas. Se calcula que un niño sufre hasta cuatro episodios de diarrea al año. Los niños y niñas tienen hasta una probabilidad de sufrir diarreas de hasta 240 veces mayor que los niños de los países desarrollados. Todo esto conduce a que por la carencia del agua potable en esas regiones, un niño muere cada tres segundos y medio.
En materia de distribución, se estima, según la OMS, que se necesitan por persona 50 litros de agua potable por día. Teniendo 55 países un consumo de agua potable por persona /día por debajo del mínimo. En Latinoamérica por ejemplo, consumimos una media de 250 litros por persona/ día (donde solo al cepillarnos con el grifo abierto, se nos van aproximadamente entre 10 a 20 litros y 45 al usar el Inodoro). Por cierto, lavar un vehículo, con una manguera puede suponer un consumo de unos 500 litros de agua. Mientras que en algunas zonas de África no llegan a los 2,5 litros de agua potable por persona.
El debate mundial está centrado en el recurrente tema ambiental. Y en particular a la nueva enfermedad del planeta, el cambio climático. Que está produciendo el deshielo de los polos, aumento de las temperaturas extremas y el volumen de los océanos, entre otras consecuencias. Según el Panel Internacional sobre Cambio Climático, estos eventos tienen su reflejo más dramático en países del África, en Centro y Sur América y en los países de Oceanía. Se espera que la erosión producida por las corrientes de agua, los caudales de los ríos y la disponibilidad de agua disminuya en esas regiones, acompañada de frecuentes inundaciones y sequías. Aunado a la deforestación, el desarrollo agrícola sin control, embalses y planes de regadío que son los otros contribuyentes para la escases de nuevo y vital “petróleo blanco”.
Por supuesto que los países desarrollados, han estado tomando sus precauciones, recolonialistas o neocolonialistas, estimulando iniciativas de privatización del agua potable, bajo supuestas medidas “bien intencionadas” para la reducción de pobreza, la disminución de la deuda, la liberalización del comercio y el desarrollo económico.
Qué hacer? En el activismo ambientalista, en la participación ciudadana esta la solución. La agenda publica de nuestros países, requiere contemplar mas acciones, leyes, medidas sobre el tema ambiental. Se necesita señalar el camino. Esas señales deberán ser colectivas, militantes y desinteresadas. El objetivo, es sin frontera, sin exclusión, es un objetivo superior, la vida.

Energía eólica marina, la mejor apuesta caribeña

El aprovechamiento energético de la fuerza del viento mediante la instalación de aerogeneradores en espacios caracterizados por fuertes vientos durante todo el año, es hoy en día, la propuesta de energía limpia o renovable que mayor desarrollo y crecimiento tecnológico se ha tenido, en la última década. La energía eólica, se abre paso como una de las alternativas más viables para sustituir a los combustibles fósiles y de esta manera, asumirse como una de las acciones concretas en la reducción de las emisiones de CO2, y frenar así, el calentamiento global del planeta.
Propuesta energética que estamos obligados a defender, ya que el actual parque tecnológico del sector energía de los países desarrollados, sigue siendo el más contaminante. Aun cuando dichos países “acordaron” en el Protocolo de Kioto la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera. Fijando como objetivo que para el año 2012, la emisión de gases contaminantes sólo crecería un 15% con respecto a 1990, sin embargo, dichas emisiones continúa estando en un 17% por encima del límite. La mejor experiencia de este tipo energía alternativa es la producida mar adentro (energía eólica marina), debido a que la velocidad del viento es más fuerte y predecible, sobre todo cuando los emplazamientos para instalar energía eólica en tierra empiezan a escasear por los asentamientos de población de las costas. El primer parque eólico marino, compuesto por 11 aerogeneradores de 450 kW, se construyó en Dinamarca en 1991 al norte de la isla de Lolland, en el mar Báltico y, en el 2002, tras la puesta en marcha de varios parques con distinta potencia, se inauguró el parque de Horns Rev, el más grande del mundo con 80 aerogeneradores con una potencia instalada de 160 MW. Este país cuenta con el «Plan de acción sobre energía, Energía 21», según el cual 4.000 MW de energía eólica serán instalados en emplazamientos marinos antes del año 2030, que se sumarán a otros 1.500 MW instalados en tierra para lograr cubrir más del 50% del consumo energético del país, todo ello con una inversión prevista de unos 70.000 millones de bolivares.
Tras los resultados prácticos obtenidos en ese país, se puede concluir que, a pesar de que la instalación en el mar de estructuras de similares características, es de una inversión superior a las ubicadas en tierra, la producción de electricidad es más estable y un 20% superior y la vida útil del parque, con un buen mantenimiento, puede llegar a duplicarse. Los parques existentes actualmente se encuentran en zonas poco profundas, distantes de rutas marítimas, áreas de enlace por microondas, zonas militares, espacios de especial interés ornitológico o natural en general, etc. y alejados de la costa un mínimo de 2 Kilómetros, para aprovechar mejor el régimen de vientos, de características diferentes a los vientos en tierra. En el mar, el viento se encuentra con una superficie de rugosidad variable, las olas, y sin obstáculos como islas, islotes, etc., lo que implica que la velocidad del viento no experimenta grandes cambios al variar la altura del aerogenerador, por lo que pueden emplearse torres más bajas que en tierra. Además, el viento es generalmente menos turbulento que en tierra, por lo que en un aerogenerador situado en el mar se puede esperar un periodo de trabajo útil mayor que en otro situado en tierra.

Uno de los aspectos que está reduciendo los costes de la instalación de estos aerogeneradores es la optimización de los sistema de anclaje y cimentación al terreno. Inicialmente se realizaban mediante hormigón con cimentación por gravedad, construyendo en dique seco grandes estructuras que posteriormente se fijaban al suelo y se rellenaban con grava y arena. Un diseño posterior, el monopilote, consiste en perforar el lecho marino con un diámetro de 3,5 a 4,5 metros y una profundidad de 10 a 20 metros, donde se introduce un gran cilindro metálico que sirve de base a la torre. Actualmente se emplea una técnica de gravedad + acero, fruto de combinar las dos anteriores. En caso de aguas profundas, se emplean trípodes de tres patas anclados al suelo.
Finalmente, los parques eólicos se conectan a tierra por cables submarinos enterrados para reducir el riesgo de daños ocasionados por equipos de pesca, anclas, etc. En zonas estratégicas del parque existen, entre otras instalaciones de servicio, centros de transformación que traducen la baja o media tensión a alta, para favorecer el transporte hasta la costa. Si la distancia a tierra es superior a los 30 Km. es posible emplear conexiones de corriente continua en alta tensión. Una vez en tierra, tan solo resta conectar la línea eléctrica con la red de distribución existente.

La instalación de parques eólicos en el Caribe, resultan ya competitivos, debido a que la tarifa que se perciben por estas tecnologías es inferior al precio medio de generación eléctrica en comparación a lo elevado de las otras tarifas cuando vienen de tecnologías movidas por los derivados del petróleo (fueloil o diésel). Esto se sustenta porque el precio de estos combustibles producto del flete para llevarlos a las Islas, los hace cada vez más prohibitivos. La variabilidad del coste de las energías que se producen con combustibles fósiles demuestra que un kilovatio por hora eólico cuesta casi la mitad que el producido con fueloil y un 37% menos que el diésel. De esta manera, los sistemas eléctricos en el Caribe serán más seguros, porque mejorarán su autosuficiencia; serán más limpios, renovables; y más baratos, porque se habrán reducido los costes de generación eléctrica a través de los ya siempre inflacionarios precios, de los combustibles fósiles.

Como ser un ambientalista y no morir en el intento

Ser un ambientalista en un país no desarrollado, donde su agenda publica, está abarrotada de problemas sociales sin resolver, es definitivamente un acto temerario, para no decir casi heroico. Aun así, donde aparentemente todo se ve en contra, la salvación de este planeta está en manos de los ambientalistas. Nos toco vivir un mundo de nuevas realidades y dificultades que ameritan nuevas estrategias, nuevos pensamientos.
A continuación, escribo estas líneas por si algún osado decide acompañarnos en esta causa.
Un Ambientalista tiene como misión de vida re-imaginarse el mundo, entender y hacer entender que todas las especies que lo habitan tienen los mismos derechos y oportunidades, hoy y a futuro. La vida de quienes habitan este planeta es un derecho, que hasta el último segundo tenazmente debemos defender. Es decir, debemos aceptar la existencia del “otro”. Al cual debemos comprender y respetar. El “otro” puede ser una persona que piense distinto a nosotros, con diferentes religiones o credos y razas. Pero también, pueden ser las distintas especies animales, ecosistemas, habitas, y seres vivos que conviven y nos acompañan en este planeta.
La causa ambientalista, aun tan incomprendida, es un apostolado, una actitud misionera, que tiene como razón de ser despertar conciencia, reflexión, en el entorno, en su comunidades, o donde se tenga posibilidades de interactuar con otras personas, sobre las múltiples dificultades que en materia ambiental hoy está padeciendo nuestra ciudad, estado, país, continente y planeta.
¿Y cómo podemos ayudar a despertar esa conciencia ambientalista?
Nuestro ejemplo individual es el primer paso. Y todo se remite en plantearnos ser un mejor ciudadano, una mejor persona. Aprender a valorar, que aun en países como el nuestro, somos unos privilegiados, porque dispones de agua potable, de algunos servicios aun inimaginables para muchas poblaciones en el mundo y esto que parece cotidiano, irrelevante, es un tesoro. Que esa sumatoria de consumos diarios de alimentos, combustibles, entre muchas otras cosas, que se traducen a su vez en una gran producción de basura, emisión de gases a la atmosfera, aguas servidas que más allá de nuestras casas, se filtran a los acuíferos, ríos y mares, teniendo un impacto en el entorno. Entorno donde habitan también otras comunidades no humanas que se verán directamente afectadas, sino controlamos los sobre consumos. Que aprendamos y expliquemos, que la naturaleza, tiene una red comunicante, que cualquier descontrol o deterioro ambiental hecho por nosotros en cualquier parte del planeta, océanos o continentes repercute, desde el Polo Norte hasta la Patagonia. Que el cambio climático, el recalentamiento global, la disminución de la capa de ozono, los terremotos o tsunamis, ya dejaron de ser palabras o frases lejanas y que cada día se nos acercan más a nuestra cotidianidad.
¿Cómo organizarnos para defender la causa ambientalista?
La experiencia nos indica, que la manera más directa de participar, de sentirnos útiles con nuestro esfuerzo, es la de motivarnos y motivar para organizarnos y crear o ayudar a conformar voluntariados o grupos ambientalistas, brigadas ambientalistas escolares, liceístas, universitarias, comunitarias o ciudadanas, en nuestro entorno.
A continuación se presenta un “mapa”, en los distintos niveles de organización, que permita realizar modestas iniciativas o actividades, pero en que en su conjunto, tendrá el efecto de crear conciencia, reflexión y compromiso de que no estamos solos en este planeta, y que nuestro aporte, poco o mucho, será una importante contribución en el entorno donde vivimos.
1.- Conviértase en un Investigador y Reportero Ambiental:
Como primer nivel de organización, usted puede ser de gran utilidad a la ecología y al ambiente, siendo un nobel investigador o reportero ambiental, ayudando a su comunidad a conocer las distintas preocupaciones en torno a estos temas. Seguro que en muchos medios multimedia o periodísticos, sus aportes serán tomados en cuenta.
2.- Creación de Brigadas Ambientalistas:
Las brigadas ambientalistas son agrupaciones de jóvenes o adultos que se conforman para actividades puntuales, por ejemplo, pintar murales con temas ecológicos (en paredes de mucha visibilidad), mantener al día carteleras informativas sobre temas ambientales, de la región, el país o el mundo. Organizar jornadas de recolección de basura o desechos sólidos de playas, cabeceras de ríos o áreas que pudieran estar afectando la calidad de vida del entorno. Ayudar en los desmalezamiento de terrenos, distribución de información escrita en esquinas concurridas de la ciudad sobre algún hecho que amerite solidaridad inmediata de los ciudadanos (por ejemplo para crear conciencia en el consumo del agua, energía eléctrica, etc.) recolectar fondos para patrocinar alguna visita ecológica, por ejemplo asistir a los observatorio de aves, organizar visitas al jardín botánico, acuario, zoológico, entre otros. Ofrecer charlas o conferencias o video conferencias, sobre los distintos temas ambientales.
3.- Creación de Grupos u Organizaciones Ambientalistas:
Los grupos ambientalistas son organizaciones más permanentes en el tiempo, donde la conservación del Ambiente en condiciones aceptables para la vida no podría entenderse sin grupos que se dedican a estas tareas de forma organizada: Su labor es múltiple: Investigación, información y concienciación, denuncia, limpieza, conservacionismo, reforestación.
La razón de la existencia de estas organizaciones pueden ser en la defensa de un problema o tema en particular o de alcance global, por ejemplo, existen organizaciones que se dedican a la defensa de una especie animal (aves, ballenas, tortugas, delfines, mascotas) o flora, ecosistemas, o una localidad, como también existes organizaciones que su principal objetivo es el de despertar conciencia por todos los problemas ambientales que hoy tiene el planeta. Estas agrupaciones pueden ser de carácter científico o divulgativo.
Azul Ambientalista, por ejemplo, es una organización ambientalista, creada en 1986 en las aulas universitarias para asumir investigaciones, propuestas, denuncias y protestas en contra del deterioro de nuestro medio ambiente. Promoviendo además valores y conocimientos que desarrollen la conservación ambiental sustentable.

El agua potable de Latinoamérica, el próximo secuestro

La mitad de la población de la Tierra vive en casi el 5% de la superficie no marítima del planeta, y en gran parte se asienta en torno de regiones costeras, tales como estuarios y desembocaduras de ríos. La biodiversidad de ríos, lagos y humedales es el conjunto de ecosistemas más amenazados de la Tierra. Casi el 20% de los peces de agua dulce han desaparecido o están el peligro de hacerlo. Pero no son sólo los peces. Anfibios, moluscos y otras muchas especies peligran también aunque no se conoce suficientemente la biodiversidad de agua dulce. Los seres humanos se concentran en las proximidades de los cursos de agua y provocan que los sistemas de agua dulce sean los primeros hábitat en degradarse. Usan el agua, consumen sus especies animales, utilizan sus cauces para desplazarse y como colectores de sus vertidos.
El agua dulce potable supone solamente el 0,008% del agua terrestre, lo que hace que en ocasiones su uso plantee complejos problemas. En las áreas urbanas de los países no desarrollados 170 millones de personas carecen de agua limpia para satisfacer sus mínimas necesidades: beber, cocinar o lavarse; en las áreas rurales de estos países el panorama es más sombrío ya que alcanza a casi 885 millones. Todo indica, además, que la provisión de agua dulce en el mundo está disminuyendo inexorablemente. Una de cada cinco persona ya no tiene acceso al agua potable y casi una de cada tres no dispone de medios de saneamiento adecuados para potabilizarla. Algunos expertos opinan que la escasez de agua podría ser una de las principales causas de conflictos bélicos entre países en el futuro, especialmente en las zonas más áridas. Sólo usándola en forma adecuada y equitativa se podrían prevenir los efectos catastróficos de esta situación.
En Latinoamérica, las tensiones por la carencia del preciado liquido se hace sentir en zonas como el Altiplano o Puna que es una vasta región que abarca Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, caracterizada por ser una zona árida. La escasez de agua ha generado tensiones en el pasado, como los recientes diferendos entre Bolivia y Chile por un pequeño curso de agua conocido como el Silala. La región también es muy frágil y afronta serios problemas de desertización causada por varios factores, entre ellos el sobrepastoreo y la agricultura intensiva. Esta situación ha hecho que la pobreza esté extendida en la zona y sea foco de constantes problemas sociales. Algunos países, como Bolivia, han tratado de establecer una ley de aguas para el adecuado uso de este recurso, pero esto también ha generado tensiones en la zona. Igual ocurre en la vasta región de El Chaco compartida por Argentina, Bolivia y Paraguay, con recursos naturales caracterizados por su fragilidad y relativa escasez, además de contar con una población reducida y marginalizada. Esta región sufre severos problemas de desertización, que inciden en la pobreza de sus habitantes. El agua, justamente es uno de los recursos escasos, a pesar de contar con dos grandes ríos que dibujan la región: el Pilcomayo y el Paraguay. Cuando llueve, el agua corre por las quebradas con tanta fuerza que destruye todo lo que encuentra en su camino. Los recursos acuíferos del Chaco afrontan también problemas de contaminación, lo que en el pasado ha generado tensiones y la necesidad de una actuación coordinada por los países de la región.
Igual problema se presenta en la Ciudad de México que se está hundiendo debido a la cantidad de agua extraída debajo de sus cimientos. Una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo, México, D.F. fue una fértil tierra de lagos. Sin embargo, en los últimos 500 años, los lagos han sido drenados y los bosques de los alrededores han sido talados. Mientras la ciudad crecía, el problema del agua se magnificaba. Debido a la falta de un sistema de drenaje adecuado, hoy el agua de lluvia se mezcla con residuos y se la utiliza para la irrigación. La ciudad afronta ahora un serio riesgo de quedarse sin agua potable. Se estima que un 40% del agua de la ciudad se perderá por las filtraciones en los alcantarillados construidos a principios de siglo.
En Brasil, más de 17 millones de personas no tienen acceso al agua potable. Diversos estudios mostraron que 70% de agua potable va para el uso de la agricultura, 20% para la industria y solo el 8% va para el uso humano.
Y los dueños de la doctrina Monroe, donde la “América es para los americanos”, tiene una situación más comprometida en su territorio, porque el 95% del agua potable es subterránea. Sus fuentes de agua se están secando debido a que los granjeros de las praderas altas tejanas bombean el líquido más rápido de lo que la lluvia las rellena. El acuífero más grande de Estados Unidos, el Ogallala, se está empobreciendo a una tasa de 12.000 millones de metros cúbicos (m3) al año. La reducción total a la fecha llega a unos 325.000 millones de m3, un volumen que iguala el flujo anual de 18 ríos del estado de Colorado. El Ogallala se extiende de Texas a Dakota del Sur y sus aguas alimentan a un quinto de las tierras irrigadas de Estados Unidos.
No hay que ser un Julio Vernes o pitoniso , al expresar una alerta, ante el mayor depredador de todos los tiempos, que de seguro empezara a mirar hacia el Sur cuando ya no tenga más agua potable.

Tundra y bosques boreales, la última frontera

La vida en el hemisferio norte contiene dos biomas típicos, que se extienden, uno a continuación del otro, entre las regiones polares y los biomas situados más al sur. Ellos son la tundra, carente de vegetación arbórea, y los bosques boreales o taiga, bosques principalmente de coníferas.

La tundra, es el nombre que se le da a estos bosques polares, sobre todo, en las regiones árticas de Asia que se encuentran entre los hielos perpetuos al norte y los bosques de la taiga al sur o bosques boreales. El suelo de la tundra permanece helado durante la mayor parte del año, y se deshiela parcialmente en verano. El agua se acumula entonces en cenagales y pantanos. En la tundra, el factor limitante es la temperatura. El promedio de precipitaciones anuales es bajo, alrededor de 250 mm, y la temperatura máxima no supera los 10 º C. El subsuelo presenta una capa helada permanente, cuyo espesor varía según la estación. Esta capa de suelo recibe el nombre de permafrost.
En la tundra, las formas de vida dominantes son los musgos y los líquenes. A pesar de las escasas lluvias, ambas formas crecen bien, porque la evaporación es casi inexistente y hay gran concentración de humedad. El suelo, pobre en sustancias orgánicas, presenta escasez de nutrientes. Toda la tundra es zona de turberas, depósitos de un combustible fósil, la turba, formado por residuos vegetales que se acumularon durante miles de años en los pantanos. Por el intenso frío, el proceso de descomposición es muy lento y la formación de suelo fértil resulta escasa. La fauna de la tundra también presenta poca diversidad. Las dos especies principales son el reno, en Europa y Asia, y el caribú en América. Se trata de animales muy parecidos que, muy probablemente, descienden de un antepasado común. Son mamíferos rumiantes de la familia de los cérvidos, y viven en rebaños. Aproximadamente, tienen un metro y medio de alzada (la altura de un cuadrúpedo, medida desde el suelo hasta la parte más alta del lomo). Su pelaje, muy tupido, cambia del gris pardo al blanco, en invierno. Poseen astas, con las que excavan en la nieve en busca de los líquenes, su alimento. Migran periódicamente, de acuerdo con los ciclos de reproducción de las formas de vida de las que se nutren. Los renos se domestican, y sirven como animales de tiro y carga. Otros mamíferos que se alimentan de plantas y líquenes son los lemmings, especies de ratas de campo.
Hay también liebres árticas, lobos, zorros, linces y osos polares, y hasta un tipo de bovino silvestre adaptado al frío intenso, el buey almizclero. Muchos de estos animales hibernan, es decir, entran en estado de letargo invernal, después de haber acumulado reservas en su organismo durante la breve temporada cálida. Es mayor la variedad de aves: se encuentran búhos nivales, palmípedos como el ánsar y el colimbo, y el halcón más grande que se conoce, el gerifalte. Otras aves provienen del sur, y encuentran en la tundra las condiciones necesarias para anidar y reproducirse. Durante los escasos días veraniegos hay también jejenes y mosquitos. Es sorprendente que en zonas tan frías estos insectos lleguen a reproducirse hasta formar enjambres gigantescos. En la corta temporada de verano, parte de la nieve acumulada se derrite, el subsuelo de la tundra, helado durante todo el año, impide el drenaje y se forman charcos y pantanos. El agua estancada alcanza entonces temperaturas suficientes para la reproducción de las larvas de los mosquitos.
Tradicionalmente, la tundra ha estado habitada por esquimales -cazadores y pescadores- y por pastores de renos, que siguen desplazándose desde los bosques, en busca de alimento para sus rebaños y alcanzan la tundra en la época menos fría del año. Es interesante observar que la vida de estos pueblos evoca en cierto modo la del llamado Hombre de Cro-Magnon, un antecesor del hombre actual que habitó la región de Dordoña, en el sur de Francia, hace unos 30.000 años. Esa zona, templada en la actualidad, era tundra en aquellos tiempos. Los descubrimientos arqueológicos y las pinturas de las cuevas en que vivían muestran similitudes con grupos esquimales de la tundra actual.

Los bosques boreales o taiga, son los que se desarrollan, al sur de la tundra y al norte de la estepa. Son formaciones boscosa de clima frío, con predominio de coníferas. Este bioma es llamado al norte de Siberia, taiga que significa en ruso bosques fríos y en la región del mar de Hudson y en el norte del Canadá son llamados bosques boreales, que significa bosques del norte. Allí crecen, favorecido por climas menos rigurosos que los de la tundra y por un suelo que sufre menos el efecto de las nevadas. La temperatura media es de 19º C en verano, y -30ºC en invierno; el promedio anual de precipitaciones alcanza a 450 mm. En toda esta zona Los países escandinavos, Siberia y Canadá presentan bosques de abetos, pinos y alerces, y de abedules. La fauna está compuesta por animales que resisten el frío, muchos de los cuales hibernan: alces, bisontes, lobos, osos, martas, linces, ardillas, marmotas, castores, lemmings y venados.

Entre el extremo norte del bosque boreal, donde los árboles se regeneran activamente, y la tundra desprovista de árboles hay una zona de transición dinámica conocida como «bosque-tundra». La extensión de esta zona puede variar desde unos pocos kilómetros en América del Norte hasta más de 200 kilómetros en Europa. Está naturalmente fragmentada y se compone de parcelas cuya cubierta forestal es relativamente densa, interrumpidas por zonas de líquenes y brezos, así como en zonas escasamente arboladas. Esta zona de transición alberga más especies que el sistema boreal y que el sistema de la tundra, pues contiene especies de ambos. Los árboles del bosque-tundra a menudo están poco desarrollados, y su regeneración es lenta. Esto ha hecho que, tradicionalmente, sea poco práctica la explotación comercial de la madera, aunque el ecosistema ha brindado durante siglos leña y madera de construcción a los pueblos indígenas. El aumento de la demanda mundial de recursos podría hacer, sin embargo, que el bosque-tundra se transforme en una gran fuente de productos básicos. De hecho las actividades de explotación forestal en Fennoscandia y el noroeste de Rusia se extendieron hasta muy cerca del bosque-tundra en los decenios de los años sesenta y noventa.
En invierno el bosque-tundra es un hábitat importante para el Caribú del Canadá y Alaska y para el Reno de Europa, sirviendo de apoyo a su vez a las actividades de cría de renos de los pueblos indígenas como los Saami de Escandinavia. La zona alberga también las actividades de cría de ovejas, pesca y recolección de productos no madereros. Las funciones físicas más importantes del bosque-tundra son: estabilizar y proteger los nutrientes y suelos frágiles, prevenir la erosión, conservar los recursos hídricos y la capacidad de las cuencas, filtrar los contaminantes, servir como indicador de los cambios climáticos y, en conjunto con el bosque boreal propiamente dicho, ser depósito de carbono. Cualquier cambio importante en la zona de bosques boreales podría tener efectos considerables sobre el nivel de CO2 en la atmósfera. Los bosques boreales contienen el 26 por ciento de las reservas totales de carbono, más que cualquier otro ecosistema terrestre del planeta: 323 gigatoneladas en la Federación de Rusia, 223 gigatoneladas en Canadá y 13 gigatoneladas en Alaska.
A la inversa, se calcula que los cambios climáticos producirán en los bosques boreales aumentos de temperatura mayores que en cualquier otro tipo de bosque. El calentamiento, que será mayor en invierno que en verano, según se estima, desplazará hacia el norte las zonas climáticas a un ritmo de hasta 5 kilómetros por año. Los bosques boreales avanzarán hacia el norte; en sus zonas meridionales, por el contrario, desaparecerán o serán reemplazados por especies templadas. Durante el verano los suelos serán más secos, y los incendios y sequías más frecuentes. De continuar con el sobre consumo todo indica que para el 2100, la expansión del bosque boreal hacia el norte reducirá en aproximadamente el 50 por ciento el área de la tundra.
Lenín Cardozo

Escuelas ecológicas soluciones locales para el cambio climático

El Programa Eco-Escuelas es una asociación entre los sectores público y privado, que ayuda a las escuelas a aplicar conceptos ambientalistas. Entre estos conceptos, un tema seguro en la agenda ambiental es el cambio climático en el mundo. Este programa, centrado en la acción práctica, enseña a maestros y alumnos de distintas comunidades a reconocer también las repercusiones del cambio climático y buscara la reflexión para lograr las bajas emisiones de carbono en sus actividades y comunidades.
El Programa Eco-Escuelas genera y promueve la innovación en la escuela y la comunidad. Las escuelas pasan a ser terreno de prueba a propuestas de soluciones asociadas al reciclaje, ahorro de energía y agua potable , reforestaciones, reducciones de emisiones de carbono y programas de alimentos. Las pruebas sirven para despertar el interés y presentar propuestas que redunden en soluciones reales que permitan armonizar con nuestro ambiente.
En lo referente a las soluciones climáticas, el Programa Eco-Escuelas es un ejemplo de asociación innovadora para adaptarse al cambio climático, interesada en el diseño y uso de nuevos métodos de operación que van más allá del marco ordinario. Las asociaciones se esfuerzan por establecer y mejorar nuevos negocios o modelos de operación, productos, servicios y mercados. Sus actividades en cuestiones de cambio climático se concentran en modificar prácticas comerciales básicas y gracias al reclutamiento de gran número de socios pueden reducir los riesgos y costos de la innovación.
La Escuela de Tecnología Sandwich, en el Reino Unido, ha mejorado sus operaciones mediante las Eco-Escuelas. Sandwich Tech ha transformado sus métodos educativos y de operaciones con la instalación de turbinas eólicas y otros sistemas generadores de energía renovable. Esta innovación ha reducido el efecto del carbono y generado beneficios económicos, sociales y ambientales, hasta convertirse en un modelo de sostenibilidad para la comunidad en general.

El modelo de las Eco-Escuelas tiene dos características propias. En primer lugar, como asociación de innovación, impulsa a las escuelas a transformar sus actividades básicas y moviliza a las personas relacionadas con las escuelas a buscar soluciones prácticas frente al cambio climático. Segundo, la asociación funciona a modo de colaboración del plano local al global con todos los socios participantes en igualdad de condiciones.
El diseño del plano local al global ha atraído a socios tales como la marca de automóviles Toyota y la compañía de servicios financieros HSBC, que proporcionan fondos y asistencia técnica a las Eco-Escuelas. El Programa permite a las empresas asociadas vincular sus aspiraciones mundiales a operaciones locales, como las Eco-Escuelas, que se concentran en la innovación y la adopción de productos y procesos de bajas emisiones de carbono. Otros socios internacionales son el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Unión Europea.
El proyecto de las eco escuelas atrae financiamiento, voluntarios y apoyo práctico en los planos nacional e internacional, que permiten al programa prosperar en 50 países.
Minas Urbanas, una ONG radicada en el Reino Unido, interesada en la gestión de desechos, se ha encargado de la transformación de una eco escuela en Halifax, Inglaterra. El proyecto, conocido por el nombre de Huella Ligera, alienta a los niños a hacer un uso más eficiente de la energía y reducir sus desechos reciclando en casa y en la escuela. El proyecto ha recabado la participación del Halifax Bank de Escocia en apoyo de iniciativas de la escuela local en educación en cuestiones de reciclado, energía y sostenibilidad. “Para nosotros, el éxito supone un auténtico sentido de identificación con el proyecto y un compromiso duradero con el medio ambiente por parte de la comunidad”, afirma Gill Tatum, director gerente de Minas Urbanas.
Estos tipos de colaboración alientan a las escuelas participantes y los coordinadores nacionales a contribuir a los programas de eco escuelas de otros países y aprender de ellos. Por ejemplo, el Proyecto Eco-Escuelas para la Innovación y Medio Ambiente es un concurso internacional patrocinado por Toyota en el que participan escuelas de Dinamarca, Finlandia, Noruega, Portugal y Turquía. El programa alienta a las escuelas a diseñar sus propias innovaciones y reducir su efecto en el medio ambiente.
La Fundación para el Desarrollo de la Escuela Primaria Privada, en Ankara, Turquía, ganó el concurso de 2010 con su programa “Yo asumo mi responsabilidad”, que pone a los estudiantes directamente a cargo del consumo de electricidad en las aulas. En cada aula se han instalado sistemas de interruptores de electricidad activados por una tarjeta similar a las utilizadas en las habitaciones de algunos hoteles. Un estudiante es responsable de la tarjeta de cada clase. Gracias al proyecto, que junto con el tema del ahorro de energía forma parte integrante del programa de toda la escuela, se ha logrado reducir el costo de la electricidad de la escuela y un mejor entorno para todos.
Asociaciones innovadoras como Eco-Escuelas son recursos para otras asociaciones igualmente innovadoras, destinadas a acelerar la transición a una economía de bajas emisiones de carbono y para gobiernos nacionales interesados en reducir dichas emisiones como respuesta necesaria al cambio climático mundial.

Traduccion: Lenin Cardozo / Fuente: Partnerships to tackle climate change

CO2 bosques boreales

Los bosques boreales, el último pulmón verde del planeta, que se extiende a lo largo del norte de Canadá, Alaska, Rusia y Escandinavia, está cerca de convertirse en el próximo Amazonas. Ya que se encuentra bajo una amenaza creciente, producto del cambio climático y la presencia humana depredadora. Hasta la fecha, las vastas extensiones de bosques boreales habían permanecido intactas debido a la escasa presencia humana en esas latitudes. Donde la atención mundial en las últimas tres décadas se había concentrado en la pérdida y degradación de los bosques tropicales.
En el presente, científicos y ambientalistas exigen medidas urgentes para preservar los bosques boreales y asegurar la biodiversidad, además de prevenir la pérdida de uno de los mayores sumideros de CO2 del planeta. Los bosques boreales comprenden un tercio del área boscosa mundial y un tercio del carbono almacenado.
Hasta ahora, solo el fuego y los insectos habían sido los protagonistas del equilibrio de los ecosistemas boreales. Sin embargo, la creciente demanda de recursos ha hecho que la minería, la industria maderera y el desarrollo urbano hayan aumentado estos años, provocando una extensa pérdida de bosque en algunas regiones,
El fuego, es el principal artífice del cambio y la actividad humana provoca un mayor número. Hay pruebas de que el cambio climático está aumentando la frecuencia y el riesgo de incendios en el área boreal. El bosque ruso es el más degradado y ha sufrido un gran daño en las últimas décadas. Países con bosques boreales protegen de la explotación maderera menos de un 10% de sus zonas arboladas, excepto Suecia donde la cifra se sitúa en el 20%.
Los hallazgos han sido publicados en la revista ‘Trends in Ecology and Evolution’, bajo el título ‘Conservación urgente del almacén de carbono boreal y la biodiversidad’. Aunque los gobiernos no reconozcan el cambio que se produce, se considera que solo un 40% del total de estos bosques permanece intacto, y el grado de fragmentación entre ellos aumenta.
Por otra parte, el cambio climático es un problema muy complejo, y cuanto más indagan los científicos más variables encuentran que hay que tener en cuenta. El clima del planeta es un sistema global, está totalmente interconectado, así que una disfunción local puede afectar a la totalidad. Prueba de ellos, es que en los últimos años se ha comprobado que el aumento de la temperatura está matando a las coníferas al norte del Canadá. Representando una nueva variable, hasta ahora no estudiada a profundidad, en la lucha contra el calentamiento global.
Sin embargo la bondad, de que los bosques y los océanos sigan siendo los grandes retenedores o sumideros de CO2 es cada vez es menor. En particular al aporte de los bosques boreales, por su cada vez más agresiva desforestación. Un estudio publicado hoy en Nature sugiere que, en los ecosistemas terrestres de latitudes septentrionales, desde Rusia a Canadá, la absorción de CO2 que se produce en primavera se anula con la liberación de este gas de efecto invernadero en otoño. En las últimas dos décadas, la temperatura en latitudes septentrionales ha aumentado 0,8 grados centígrados en primavera y 1,1 en otoño. Hasta ahora, se pensaba que la dilatación de la primavera a causa del calentamiento aumentaba la actividad fotosintética, caracterizada por la fijación de dióxido de carbono y la liberación de oxígeno.
También en el futuro inmediato, estos bosques actuarán como refugio de muchos animales que se desplacen por el aumento de las temperaturas más al sur. No debemos olvidar que las coníferas son una de las herramientas más importantes para combatir el cambio climático.

Los bosques boreales o Taiga

Los bosques boreales o bosques del norte, boreas en griego significa norte, o también llamados Taiga (bosques boreales rusos, Taiga es una palabra rusa que significa: «bosque frío»), es un bioma o área biótica, es decir, es una determinada parte del planeta que comparte clima, vegetación y fauna, que se desarrollan al sur de la tundra (La tundra es un bioma que se caracteriza por su subsuelo helado y falta de vegetación arbórea, que se extiende principalmente por el Hemisferio Norte: en Siberia, Alaska, norte de Canada, sur de Groelendia y la costa artica de Europa), formando dichos bosques boreales, una banda casi continua de bosques de coníferas que se extienden por las regiones subárticas del interior de Eurasia y Norteamérica. Los bosques boreales son los bosques más septentrionales del planeta (la mayor parte se extiende entre los 50 y 60º de latitud norte). Este bioma aparece solamente en el Hemisferio Norte, pues en el Hemisferio Sur en estas latitudes no existen masas continentales. Aún así es uno de los biomas más extensos de la Tierra. Se extiende por Alaska y Canadá en el continente norteamericano y por Escandinavia y el norte de Rusia (Siberia) en el continente euroasiático. Y son los bosques boreales junto a la tundra, uno de los biomas principales de los climas fríos de la Tierra.
Estos bosques boreales está formados mayoritariamente por coníferas (piceas, abetos, pinos, alerces) y durante la mayor parte del año se encuentran cubiertos de nieve. Su aspecto suele ser muy homogéneo, pues están dominados por pocas especies y con un aspecto similar: árboles de troncos rectos y forma cónica, con hojas pequeñas y estrechas (aciculares).

Con estas condiciones ambientales de clima riguroso, terrenos helados gran parte del año y suelos pobres en nutrientes, son las coníferas las que dominan la vegetación. Este tipo de árboles (cuyas semillas se encuentran encerradas en conos o piñas) estuvieron más extendidos en anteriores épocas geológicas, mientras que, actualmente, son las angiospermas (verdaderas plantas con flores), más evolucionadas y diversificadas, las que dominan la mayoría de los biomas terrestres. Las coníferas, hoy en día, solo son dominantes en los bosques boreales y en las zonas montañosas de las regiones templadas, formando el límite tanto latitudinal como altitudinal de la vegetación arbórea.

La forma de crecimiento de los bosques boreales de coníferas, está determinada principalmente por su característica forma cónica, que favorece la caída de la nieve acumulada en las ramas y evita su rotura, y por sus hojas aciculares (por lo que también se les conoce como bosques aciculifolios). Este tipo de hojas estrechas y con gruesas cutículas enceradas e impermeables al agua, les permite resistir bien las heladas y la sequía, pues presentan una superficie de transpiración muy reducida. Aunque estos climas boreales son húmedos, en invierno el agua del suelo se encuentra helada y los árboles no pueden absorberla (sequía invernal) y reemplazar la que se pierde por evaporación. Otros árboles evitan esta pérdida de agua dejando caer sus hojas en invierno, pero las coníferas son en su gran mayoría perennifolias. La permanencia de las hojas en invierno (bosques perennifolios o siempre verdes) les permite realizar la fotosíntesis en cuento suben las temperaturas en primavera y se deshiela el suelo, aprovechando mejor la corta estación de crecimiento.

En su franja mas septentrional y cercana a la tundra el crecimiento de estos bosques es muy lento y los árboles no alcanzan excesiva altura (debido a la pobreza del suelo, al permafrost, y a las bajas temperaturas). No son bosques muy cerrados y presentan un sotobosque con gran abundancia de líquenes (bosque boreal abierto o verdadera taiga). Si se ven alterados por incendios, actividades mineras o por la tala, se recuperan muy lentamente. Conforme nos vamos desplazando hacia el sur los bosques son más densos y de mayor altura (bosque boreal cerrado), hasta que en las cercanías de los bosques templados se van enriqueciendo con especies arbóreas caducifolias típicas de este otro bioma. Además de con los bosques caducifolios, también puede limitar por el sur con las grandes praderas americanas o con las estepas asiáticas.

Las adaptaciones de la fauna a este clima tan riguroso comprenden: migraciones (muchas aves), hibernación (algunos mamíferos como el oso), pelaje blanco invernal (zorro, lobo, liebre, buho,..), almacenamiento de semillas para el invierno (ciertas aves, ardillas,..) y desarrollo de pelajes invernales con un gran aislamiento térmico (marta, armiño,..).

Proteger los bosques boreales significa proteger el clima

Las imágenes de árboles gigantes desplomándose en regiones tropicales centran el debate sobre la protección forestal. Sin embargo, los bosques de latitudes templadas y frías también juegan un papel determinante en la conservación del clima. Los bosques boreales, pasan hacer una de las regiones claves para el clima mundial. Según estimaciones de los científicos que estudian dichos biomas, tan sólo entre un 2% y un 3% de ellos se encuentran suficientemente protegidos. Los bosques boreales constituyen una región clave desde el punto de vista ecológico, ya que, debido a su sensibilidad a los cambios y a su tamaño pueden influir en el clima.
En Canadá, al igual que en Rusia y en los países escandinavos, los bosques boreales se encuentran amenazados por la producción no sostenible de madera y la progresiva urbanización de nuevas áreas.
Un bosque boreal intacto no sólo puede almacenar grandes cantidades de carbono. También es más resistente a las consecuencias del calentamiento global. Justo lo contrario de lo que sucede con aquellos bosques boreales cuyos árboles más robustos han desaparecido por la tala intensiva, como concluye un extenso estudio realizado por científicos canadienses por encargo de Greenpeace. Especialmente problemático es el deshielo de la capa de suelo que se encuentra permanentemente congelada, conocida como permafrost, y sobre la cual crecen gran parte de estos bosques de coníferas. Un terreno que durante miles de años ha almacenado gases de efecto invernadero. Cuando el permafrost se derrite, facilita la liberación a la atmósfera de gas metano perjudicial para el medio ambiente. Los bosques sanos son capaces de retener en el suelo una gran parte de estos gases.

Debate público: los bosques tropicales desplazan la atención mundial ante los bosques boreales o taiga

A menudo, los bosques situados en zonas frías juegan un papel secundario en la discusión sobre la protección forestal a nivel mundial. Lamentablemente, existe desconocimiento en la opinión pública canadiense de lo significativo y sensible de este tema. La protección de los bosques tropicales copa la escena mundial sobre el tema de la desforestación y su impacto en el cambio climático. AZUL Ambientalistas (BLUE Environmentalists) se ha planteado desarrollar un programa educativo en el Canada sobre la proteccion de este importante bioma.